Irónicamente la plastilina no es el material primero de la muestra, sin embargo las obras de Michel Pérez (Pollo), Niels Reyes, Yeny Casanueva, Orestes Hernández, Yornel Martínez, Junior Acosta (Jimy), Odey Curbelo, Irving Vera y Alejandro Campins se unen como argamasa para apoderarse de los espacios del Centro Hispanoamericano.
La exposición no esta pensada bajo una temática o concepto definido aunque desde la conformación del grupo se reconoce una sintonía generacional entre estos jóvenes artistas recientemente graduados o estudiantes aún del ISA. Según el propio Campins, responsable de la curaduría, “no tenemos como preocupación el grosso de la metáfora a la hora de producir. Atendemos más bien la posibilidad de divagar y poetizar desde el género y sobre el género, desde el material y sobre el material. Se trata de ver la imagen, la historia, los materiales y todos los contenidos que pueden adherirse a la obra, como materia primera que tenemos disponible para la alquimia; no para dirigir la atención a una idea fija”.
Tal vez por este juego creativo, para nada ingenuo, sentimos como espectadores un aliento infantil en la mayoría de las piezas. Este aparente divagar en los márgenes de lo lúdico parece estar dado por el desprejuicio de esta generación con las identidades y la multiplicidad de influencias culturales en la sociedad contemporánea. Así casi todos se proyectan desde sus inicios hacia una lectura universal que se aleja de las apoyaturas de la densidad conceptual y la crónica social.
La cercanía al universo de lo intuitivo se descubre además por la presencia de contrastes; ya sea entre las dimensiones de las piezas, la variedad de materiales, por el trazo a veces preciso otras casual, o por el uso del color, tomado casi puro de los tubos de óleo. Tal es el caso de dos obras de gran formato de Michel Pérez (Pollo) y otras pequeñas en sala, así como la escultura efímera de Yeny Casanueva en el descanso de la elegante escalera del edificio que solo pudo disfrutarse los primeros días de la inauguración.
También en esa mixtura de agudeza y tangencialidad analítica, aluden a problemáticas del hombre moderno “Eugenesia” de Niels Reyes (2007) con su versión de las doctrinas por el perfeccionamiento de la especie humana, Campins con la irónica imagen de un gigantesco gorila que lleva en su brazo un reloj, o Yunior Acosta con un pintoresco esqueleto de buey en plena “Siesta” (2007) en medio de la galería.
En la segunda planta encontramos las instalaciones de Yornel Martínez e Irving Vera. El primero con las variaciones del amarillo para construirnos una escena casi escenográfica de indetenible paso de las horas con “Los soles y las sombras del tiempo” (2008). Bien cerca Irving Vera muestra una selección de sus ensamblajes llenos de ingenio y sentido del humor. Es capaz de concentrar en esas pequeñeces rústicas, armadas con objetos domésticos, cables eléctricos, goma, papel, antiguos juguetes y fragmentos de otras tantas cosas, narraciones muy ocurrentes.
Cada pieza es la consecuencia directa del proceso de aproximación a la creación de estos jóvenes artistas, con certeza una propuesta interesante para ver en estos días en el Centro Hispanoamericano de Cultura.